Opinión: “Motos Sagradas”: Imprudencia sobre dos ruedas en la ruta Guanajuato-Dolores, con total impunidad

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La ruta de Dolor..es”

Este domingo, nuevamente, la carretera Guanajuato-Dolores Hidalgo fue tomada por decenas de motociclistas que, sin respeto alguno por el reglamento de tránsito, pusieron en riesgo la vida de quienes utilizan esta vía. A pesar de las constantes denuncias ciudadanas, las autoridades siguen sin hacer nada. La impunidad parece ser la regla para lo que ya se conoce como las “motos sagradas”.

Los motociclistas circulan a exceso de velocidad, sin casco, sin placas visibles, realizando maniobras temerarias y, en varios casos documentados hoy mismo, transportando hasta tres personas por unidad. Todo esto, a plena luz del día y sin que ninguna patrulla intervenga. El tramo, especialmente entre los entronques rurales y las curvas cercanas a la comunidad de Santa Roda se ha vuelto un peligro latente.

“Cada fin de semana es lo mismo. Vas con tu familia en el coche y de repente te rebasan a más de 120 km/h en una curva. No traen casco, no respetan nada, y lo peor es que nadie los detiene. Ya parece que tienen permiso especial del gobierno”, denunció Marco A., residente de la zona y conductor habitual de la ruta.

El problema no es nuevo. Desde hace meses, automovilistas, ciclistas y pobladores han exigido al gobierno del estado, a la Guardia Nacional y a las direcciones de tránsito municipal que intervengan, sin obtener respuestas efectivas.

“Parece que les tienen miedo. Hay operativos para revisar a ciudadanos comunes, pero a estos grupos nadie los toca. Son intocables. Las motos sagradas, así les decimos ya”, comenta Beatriz L., comerciante de Valenciana.

Cabe señalar que esta vía es uno de los corredores turísticos más transitados de Guanajuato, lo que agrava la situación. El riesgo no solo lo corren los motociclistas imprudentes, sino también visitantes, familias, transportistas y trabajadores que dependen de este camino para sus actividades diarias.

¿Dónde están las autoridades?

El silencio de las autoridades es tan preocupante como su ausencia. No hay retenes, no hay vigilancia, no hay sanciones. Ni la Policía Estatal de Caminos ni la Guardia Nacional se han pronunciado sobre los constantes abusos cometidos cada fin de semana. Tampoco se han implementado campañas reales de prevención o educación vial dirigidas a estos grupos de motociclistas.

La omisión de las autoridades ya no es solo negligencia: es complicidad. Si no se actúa de inmediato, la pregunta no es si ocurrirá un accidente grave, sino cuándo.